Enamórate con la cabeza y no le dejarás

Enamórate con la cabeza y no le dejarás

Es fácil pensar, que cuando hablamos estamos utilizando la cabeza y hemos pensado las cosas, en muchas ocasiones, solo habla el corazón. Lo que sale es cómo nos sentimos dependiendo de la emoción, afecto, sentimiento, eso nos sale; cansancio, rabia, ira, sufrimiento , odio, desamor, celos, etc. Y tratamos de darle sonido y contenido de forma inteligente , nos creemos a pies y juntillas que eso es lo mejor. Si el corazón no está sano, no puede tener juicio sano. Es como si cuando estamos bebidos, tomamos decisiones, como por ejemplo, conducir. Consecuencia generalmente terrible y de hecho lo son.

Hoy que está de moda funcionar por el corazón , hay que saber enamorarse con la cabeza. Descubrir ese amor que nos hace sentir y a lo que llamamos sentimiento, solo se puede hacer si lo descubrimos con sentido, es decir con la cabeza. La inteligencia es la que nos hace saber descubrir, y por ello, hacer aquello que nos hace vibrar cada día. El descubrimiento de la inteligencia sigue el entusiasmo de la voluntad, es decir, nos lleva a actuar para hacer posible sentir y sentir cada día más por ese amor deseado. Enamorarse solo con el corazón, termina por dejarlo sin latido, necesita de la cabeza , darle sentido para acrecentar y cuidar cada día lo amado.

Enamorarse con la cabeza, es buscar los motivos de esos sentimientos y descubrir en ellos el sentido. Nos lleva de forma fácil a los actos de la voluntad hacia lo amado. Nos deja ver lo que hace cada día el amor del otro, nos mueve sin darnos cuenta a la correspondencia, el amor brota de forma impetuosa y espontánea desde el fondo del corazón. No busca analizar la entrega, no evalúa o pesa, simplemente ama, se da por amor, se hace libre, vive en libertad.

El amor pasa a estar en la cúspide y desde allí le atrae con fuerza creciente cada jornada. Eso nos lleva a tener un latido habitual, que nos va desplazando de nuestro yo, y pasa a estar en el otro casi sin advertirlo, de manera instintiva en cada gesto, el otro está por delante. Esto no quiere decir que no cueste, pero llena. El amar se convierte en alimento, se hace necesitado el amar para vivir.

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