amar con el cuerpo I

amar con el cuerpo I

 

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Cuando no vivimos conforme al amor, nos embrutecemos nos volvemos toscos, áridos, perdemos esa finura, delicadeza propia del amor, de estar en el otro, nos volvemos a modo animal que funcionan por apetencias e instintos de necesidades propias. Entones es lo que, me apetece, necesito o siento, donde no nos identifica el corazón del otro. De ese modo no podemos estar en lo que necesita, lo que le pasa, lo que espera de mi, y por lo tanto no puedo hacerle feliz, que es el motor del hombre, «la felicidad se encuentra en hacer felices a los demás». En darse. Que nada tiene que ver con sufrir, el amor no es sufrimiento es entrega que llena, dimensiona y resplandece en primer lugar a nosotros mismos. Si no fuera así; ninguno buscaría el compromiso, ninguno se plantearía una relación. No nos enamoraríamos.

 

El amor es mucho más, por eso el que no quiera sufrir no puede amar, el sufrimiento no tiene la ultima palabra en el hombre, el hombre esta hecho para amar. Por lo tanto cuando esto no lo tenemos claro no podemos estar en el otro corazón, solo estamos en los instintos primarios e inmediatos, y nos volvemos animales en la relación sexual propia del amor  de pareja.

¿Cómo amo a mi cónyuge el la relación conyugal?, ¿que me mueve?, ¿que me hace sentir?, ¿que me hace desearlo, desearla, mi placer o amar?. Es importante pararse, porque si no estamos más en la técnica para conseguir sentir, y llenamos la relación conyugal que es amar con el cuerpo de artilugios y necesidades en todo orden de cosas, lugar, posición, ambiente, películas  etc.. para poder no darme, sino sentir.

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La relación conyugal no es desahogo o necesidad animal, no es gozar de los cuerpos, ni con el cuerpo del otro, eso es tener sexo, pero no hacer el amor como su propio nombre indica, es culminar con los cuerpos lo que hacemos con el alma, amarnos. Que nada tiene que ver con el me apetece. Cuando buscamos el placer en el otro, sin buscar al otro, la relación no llena, no es del todo placentera, porque el cuerpo no puede dar aquello que promete, soy yo la que amo no el cuerpo,  se vacía de contenido,empobrecemos el valor de la persona, vaciando  con ello los sentimientos, deseos y emociones, y debilitando a su vez la fuerza que genera para el crecimiento en el  amor conyugal. Hay que amar con el cuerpo, el amor matrimonial exige, necesita de esa transmision del amor en besos, caricias,gestos, esa pasión de la entrega total al otro.

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Ese que ama y sabe amar con el cuerpo, es el que desea y anhela la relación conyugal, busca el tiempo oportuno, el descanso necesario para poder tener el encuentro. Ese encuentro vivido por amor, nos hace delicados, saber estar en el amado, el amor es inventivo, sabe salir de la rutina, y todo ello se plasma en la cama. Dejando un regusto de placer no de los cuerpos sino de la totalidad de los amados, que acrecienta y  fortifica el amor, une  y desea un nuevo encuentro. La pasión se vuelve madura, paciente, donde sabe ver a la persona y no solo su cuerpo. Ahi es donde se encuentra la verdadera dimensión erótica del amor, el «placer» de la relación conyugal.   

 

 

 

 

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