Adolescencia

Adolescencia

Los adolescentes

        “El gran reto»

 

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La adolescencia, es ese periodo tan temido, donde nuestros hijos dejan de ser niños para convertirse en adultos. Ese proceso necesita un tiempo ya que no es solo a nivel corporal, sino en toda la profundidad y dimensión de la persona. A nivel psicológico, biológico, sexual y social. Ocupa el lapso de tiempo donde el niño deja de serlo corporalmente hasta el momento que psicológicamente  ha logrado la definición de una personalidad propia y adulta.

 Es “la segunda” oportunidad de los padres para afianzar, a nuestros hijos hacia los valores que les hemos transmitidos, para fortalecerlos, ya que en estos momentos deben de integrarlos en su propia personalidad y hacerlos suyos. No es posible construir un “yo”, en un “tu”. Es decir necesitan construir por ellos mismos, no construir nosotros por ellos, así no es posible desarrollar una personalidad propia, que de ninguna manera puede llegar a ser adulta, porque no tiene identidad en el ser único que es esa persona. Con su forma de sentir, de pensar, de ser… Unico e irrepetible, en todas sus capacidades, corporales, intelectuales, afectivas, solo desde ahí es posible desarrollarse  en toda su profundidad, respetando el ser de la persona.

En este proceso nuestros hijos requieren de los padres, necesidades expresadas de distinta manera, eso es lo que cuesta, aprender a querer al otro como necesita ser querido, no como nosotros queremos y sabemos querer, se trata de abrirnos a ellos. Necesitan sentirse comprendidos, ahí  es donde se sienten queridos, ese entendimiento tiene que ir acompañado de una constante lucha por volver una y otra vez en rescate de una actitud positiva,  de esa manera podremos llegar a ellos, podemos transmitirles el guión oportuno en cada momento, marcarle las directrices del camino, respetando su intimidad y siendo sus fieles acompañantes. Tenemos que ser como ese faro en el puerto que guía en la tempestad y en la calma, en el despiste y en la claridad del camino, en la oscuridad y en la luz. Es así como se siente un adolescente en la búsqueda de esa personalidad suya, en momentos; en tempestad, otros en la oscuridad, otros perdidos, donde ellos son los más dolidos y resentidos.

                                                            faro.

La persona crece en el amor, porque así esta constituido el ser humano esta hecho por amor y para amar, y ese es el fluido necesario para poder llegar a su plenitud.  Los hijos necesitan de manera fundamental participar del amor dichoso de sus padres, porque él es la consecuencia de dicho amor, por lo tanto si la base funciona, lo demás funcionara  de igual manera sin grandes complicaciones. Es como ese liquido amniótico que les da seguridad, paz, bienestar, les fortalece, les potencia las capacidades, les enseña a escoger con libertad el bien, y a buscar su misión en la vida. Todo eso es capaz de hacer el amor, pero no el amor al hijo, sino el amor de los padres que se refleja en los hijos.

El amor es una moneda de doble cara, por una esta la entrega, por otra la exigencia, por lo tanto si queremos amar solo en la entrega, eso no es amor, y si solo pedimos en nombre del amor, tampoco lo es , no es posible amar sin las dos caras. Porque amar es querer el bien del otro.

Implica conocer bien a ese otro, a cada uno de nuestros hijos; su carácter , su forma de ser. Esto es tiempo, dedicación , no es posible amar bien si no conocemos a quien. De esa manera podremos ayudarles a desarrollar sus capacidades y luchar contra sus debilidades, a darles las herramientas necesarias para que por ellos mismos puedan construir su YO. Nadie escarmienta en cabeza ajena y tienen que aprender a valorar las cosas sabiendo y sufriendo las consecuencias de sus actos.

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No podemos protegerlos del dolor, el dolor va con la vida, esto tenemos que tenerlo claro, de la otra manera hacemos hijos débiles, inseguros , poco capaces de casi todo, infelices en una palabra, porque terminan siendo incompatibles con la vida. Por el contrario tenemos que enseñarles a enfrentarse al dolor con valentía y fortaleza, sabiendo que el amor es más fuerte que el dolor y que el que no quiera sufrir no puede amar. ¿Y que es una persona sin amor?

Desde aquí  os animo fuertemente,  implicaos de manera activa en este proceso fundamental en la vida de vuestros hijos. No es dejar pasar la etapa, es vivir la etapa con ellos, y sí, es cierto luchando contra corriente, pero merece la pena todo el esfuerzo, porque de lo que les demos hoy, vivirán mañana. 

Por ultimo, una consideración importante. No tener miedo a pedir ayuda o consejo, nadie nació sabiendo. El matrimonio y por lo tanto la familia es lo más importante que hacemos y para lo que menos nos preparamos. No pactar con los problemas, siempre, buscar soluciones. A amar también se aprende.

 

 

 

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